miércoles, 25 de mayo de 2011

Una ciencia sobre los valores

Esto es parte de mi programa para recuperar la cordura, que cuestiona las bases de la locura moderna. Como consecuencia, evidentemente, muchos considerarán que estoy loco.



La división entre el es y el debe ser, entre valores y hechos es una de las marcas de la concepción moderna de las cosas. Esa división en gran parte ha llegado a ser tal como consecuencia de un hecho práctico: la ciencia dura es incapaz de establecer leyes sobre hechos conforme estos se van hacendo más complicados. Como consecuencia, La palabra “científico” va perdiendo su significado conforme pretendemos estudiar hechos de progresiva complejidad. La trayectoria de un proyectil o la medida de la estatura media de la población son legítimos objetos de estudio científcos de la física y la sociología o la demografía, por ejemplo,  pero el estudio de las razones de por qué la revolución Francesa acabó en un baño de sangre son interpretaciones dependientes de los “valores” del que estudia ese fenómeno y por tanto no es un legítimo objeto de estudoi científico según la concepción moderna de “ciencia”. Por tanto, el estudio de ese hecho de la realidad se desprecia, sin tener en cuenta que, a partir de los hechos históricos se pueden refinar explicaciones hasta encontrar la causa o series de causas y el avance en el estudio de la naturaleza humana puede acercarnos progresivamente o incluso determinarlas con certeza. El desprecio de la realidad compleja es la razón por la cual los físicos se negaron a estudiar fenómenos no lineales, por su complejidad, hasta que fué necesario hacerlo por necesidades de ingeniería. La dificultad explicativa se convierte, por la idealización de la ciencia, en una diferencia ontológica. Casi de la misma forma por la que en la mitología la desobediencia a Zeus llevaba al dios Vulcano a los infiernos, el desafio a la ciencia de los hechos complejos lleva a dichos hechos complejos al infierno de lo arbitrario o de las “preferencias personales”.

Así, los valores, que antes del siglo XVIII eran un legítimo objeto de estudio de la ciencia, se convierten en preferencias personales por la obsesión en la mensurabilidad. Se niega el estudio de éstos y como su ausencia hace imposible el establecimiento de fines, tanto en ciencias políticas o en derecho o en sociología, economía política etc, se rechaza toda la tradición anterior y se admiten en su lugar unos valores arbitrarios y simplificados, que son aquellos que aportan los grupos de presión en cada momento histórico: desde el nazismo y el comunismo, hasta el feminismo, panhomosexualismo, ecologismo etc. Para la ciencia política positivista, .lo mismo que para el derecho positivo o la economía moderna, lo que diferencia entre la organización de una matanza de Judios y el rganizar un sistema de seguridad social está fuera del ámbito de estudio de su disciplina.

“The divorce of "facts" and "values" renders political science ineffective for answering some of the most important questions about politics [...] it cannot sort out the legitimacy of different ends and means adopted by governments [...] As far as secular social science is concerned, there is no difference between the Nazi Final Solution and the Clinton health-care reform plan, except in the scope of the undertaking”  (Barilleaux - The restoriation of Polotical Science).

El cínico de nuestra época podría considerar esta insuficiencia como válida. Pero como cualquier medio es en un momento dado un fin y viceversa, el resultado es que nada práctico es susceptible de ser estudiado sin valores, lo que hace a la ciencia positiva  “pura” inutil para la toma de decisiones. En definitiva, la matanza de judios y la seguridad social son un medio para la pureza racial  de la Gran Alemania o para un estado del bienestar universal respectivamente. A su vez, la matanza de judíos es un fin para la fábrica cuyo gobierno tiene que decidir entre dedicarla a producir gas mostaza o insecticida para los camplos. Por su lado, la seguridad social es un fin en sí para el  tenóctata socialdemócrata, que prioriza los fines despreciando sus costes y sus consecuencias para el bienestar futuro y su sostenibilidad.  ;Medios y fines se entremezclan, con lo que el tecnócrata o el estudioso positivista, inscrito en el régimen al que sirve, se ve obligado a aplicar los valores correspondientes continuamente. Los valores pasan a ser una herramietna arbitraria, al servicio del ego del investigador en los paises donde el individulismo es admitido o una herramienta para la coordinación al servicio del gobierno totalitario de turno.

La verdad es que lo que con un nivel de ignorancia son valores, a otro nivel mayor de conocimiento son hechos. El tecnócrata socialdemócrata está aplicando sus valores cuando promociona un modelo de sanidad pública  gratuita, pero si se le muestra el hecho de su insostenibilidad a largo plazo, tendrá que revisar dichos valores por el hecho de que la aplicación de esa política puede hacer imposible el obtener el fin deseado del bienestar. En última instancia hay un criterio factual objetivo en el que todos los valores se reducen a hechos y leyes. Ese criterio es la pervivencia del hombre y la sociedad en la que vive. Si existiera un conocimiento que permitiera establecer que un determinado valor se destruye a si mismo, ya sea porque lleva a sus portadores a la desaparición física o a su abandono, entonces ese llamado valor no es mas tal sino una `desviación  histórica, y esa calificación de desviación  no sería establecida por un sistema de valores autodefinido como superior, sino por la misma naturaleza de las cosas, por sus propias leyes. Pues bien, tenemos las herramientas de base para avanzar en ese conocimiento. Esas bases son la teoría de la evolución aplicada al ser humano y su mente, la teoría de juegos, la psicología social y las ciencias de la computación entre otras.

En su interpretación fuerte, el derecho natural es que las leyes morales o legales son leyes de la naturaleza en el mismo sentido que lo son las leyes físicas, exactamente como lo es la ley de la gravedad (ver David S. Oderberg - The Metaphysical Foundations of Natural Law): El nuevo programa debe considerar los valores como objetos de estudio científico y a través del estudio de la naturaleza humana y la sociedad deben se deben estudiar los valores necesarios para su supervivencia y viceversa, por su caracter naturalista, esta ciencia debe estudiar los hechos humanos y los valores tradicionales intentando explicar por qué son así y no otros. Debe estudiar el por qué del cambio de valores, los fenómenos de masas y los sistemas totalitarios. Incluso la razón de la crisis actual y el futuro que nos espera. La amplitud de ese programa no debe caer en la falacia positivista del desprecio de aquello que no se domina. El ataque debe abordarse a todos los niveles.

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